Dedo confesar que para esta ocasión he utilizado remolacha en conserva porque no había otra en ese momento. Me inclino mejor por una fresca cocida con piel y un poco de sal y limón (esto del limón es un agradecido consejo de un gran artista panarra, el Sr. D. Julio Hevia, que ejerce de gijonés allá por la Gran Bretaña) para conservar más y mejor la coloración. Si el caldo de cocción no resultara muy ácido-salado podría utilizarse, al menos una parte, como líquido en la masa.
A lo nuestro:
- Triturar la remolacha con el líquido ligeramente, interesa que queden trocitos.
- Mezclar con el resto de ingredientes salvo cacahuetes y MaMa y dejar en reposo uno 10-15 minutos.
- Amasar un poco la mezcla e incorporar la MaMa, trabajar la masa.
- Agregar los cacahuetes picados y terminar el amasado hasta obtener una masa despegada y suave.
- Reposar unos 45 minutos.
- Dividir en piezas del peso deseado (aquí de unos 50gr.) y bolear.
- Pasar las bolas por sémola de trigo y colocarlas en la bandeja de horno, acanalada preferiblemente. Dar un corte vertical a las bolas con una tijera de cierta profundidad y dejar fermentar hasta casi doblar.
- Cocer a unos 220º durante unos 25 minutos con vapor inicial.
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